
Con este artículo demostraré la unidad que hay entre la Cena del Señor como la celebramos hoy día con relatos en torno al huerto del Edén, la pascua, el maná, e incluso las glorias futuras, para que esta ordenanza tenga mayor significado (para entender mejor por qué la celebramos), relevancia (para valorar más esta ordenanza) y solemnidad (para tener una mejor actitud al celebrarla).
La Cena del Señor y el Huerto del Edén
1.
Dios creó a Adán y Eva en el último momento de
todo su acto creativo, de modo que cuando el hombre anduvo sobre la tierra,
esta ya estaba adecuada para su vivencia. Además de eso los creó superiores a
todo lo anterior. El hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de
Dios, esto quiere decir que solo ellos tenían la capacidad de relacionarse y
tener comunión con su creador, algo que ninguna forma de vida animal o vegetal
podían hacer. En este escenario perfecto Dios le dio a su más grande creación
muchos árboles buenos para comer. Es como si Dios extendiera un gran banquete
para que Adán y Eva disfrutaran mientras compartían con su Hacedor.
Vemos entonces cómo los alimentos fueron un elemento
incluido en la relación de Dios con sus hijos.
2.
Dios puso dos árboles importantes en este
huerto, el de la vida y el del conocimiento del bien y del mal. El fruto del
primer árbol no era simplemente para que Adán se mantuviera con vida física,
para eso estaban los demás árboles, la vida que ofrecía este árbol era de una
cualidad distinta, si Adán comía de su fruto iba a disfrutar de vida eterna,
era el fruto que lo confirmaría en obediencia y en justicia, siempre y cuando no
comiera del que traía muerte. Sabemos que Adán y Eva comieron del árbol de
muerte y que en un acto de misericordia Dios alejó el árbol de la vida para que
ellos no comieran de su fruto y se mantuvieran en un estado no redimido eternamente,
esto nos deja ver que nunca comieron del fruto de la vida.
Este árbol de la vida es un símbolo de Cristo debido a que
solamente Él es el que nos ofrece vida eterna. Como ya dije: si Adán comía del
fruto de la vida viviría eternamente, así mismo Cristo dijo que si comemos de
su carne viviremos (Jn.6:51)
¿Qué tiene que ver todo esto con la Cena del Señor?
Mucho, en cuanto al primer punto: en la Cena del Señor
tenemos comunión espiritual con Cristo, Él se hace presente por medio de Su
Espíritu mientras participamos de los elementos. Tanto en el huerto del Edén
como hoy día, Dios ha querido dejarnos un banquete mientras disfrutamos de
comunión con Él. Qué interesante que Dios haya dispuesto por siempre de
alimentos cuando nos reunimos con Él. Nunca un banquete es realizado para
entristecerse, sino para estar alegres y gozosos, es acorde al momento que la
próxima vez que celebremos la Cena tengamos una actitud de fiesta solemne y
gozo y gran alegría mientras compartimos los elementos.
La próxima vez que celebres la Cena del Señor recuerda que este es un banquete dispuesto por Dios para que nos alegremos con Él.
En cuanto al segundo punto: Se puede leer en Ap.2:7; 22:2,
14 que el árbol de la vida reaparece en el paraíso, representado ese disfrute
de la vida eterna que perdimos en el huerto del Edén. El fruto de aquel árbol
del cual nuestros primeros padres fueron privados lo disfrutaremos plenamente
en las glorias futuras. Así, aquel Cristo del cual hoy estamos ausentes y
contemplamos con los ojos de la fe, un día en el paraíso contemplaremos cara a
cara.
Celebrar la Cena del Señor es participar de la sangre y del
cuerpo de Cristo. Todo aquel que ha creído en Jesús ya disfruta de vida eterna,
pero cada vez que celebramos la cena estamos alimentándonos más de Él y somos
nutridos con su gracia para el día a día mientras que llegue aquel momento en
el cual disfrutaremos no solo espiritualmente, sino también de manera física su
compañía.
La próxima vez que celebres la Cena piensa en que te estás alimentando del árbol de la vida, del verdadero árbol que da vida eterna y que te nutre, Jesucristo.
La Cena del Señor y la Pascua
En Éxodo 12 tenemos el primer anuncio e inicio de la fiesta
de la Pascua. Cada 10 de Nisán (Marzo-Abril) los israelitas debían tomar un
cordero por familia y sacrificarlo el 14 del mismo mes, tomar la sangre del
cordero y pintar con ella sus puertas. Cuando Dios les ordenó hacer esto por
primera vez era para dar muerte a todo primogénito en Egipto y así liberarlos
de la esclavitud en la que Israel estaba en esta nación. Israel hizo tal cual
como el Señor les ordenó y no murió ninguno de ellos, por el contrario, se
narra que todo primogénito de Egipto murió incluyendo el hijo del faraón. Ante
tal calamidad, el Faraón los dejó.
La celebración de la Pascua por primera vez la tenemos registrada en Éxodo 12 en la narración de aquel evento cuando Dios liberó al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto. Después de haber dado las indicaciones sobre lo que tenían que hacer dice en el v.14 “Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis”. De modo que la pascua se iba a convertir en un evento que debían repetir año tras año para recordar esta primera liberación “y guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto… (v.17)” cada 14 de Nisán los israelitas sacrificaban el cordero pascual para recordar que Dios los había libertado de la esclavitud en la que algún día estuvieron
¿Qué tiene que ver esto con la Cena del Señor?
Es más que obvia la relación. Justo en medio de la
celebración de la Pascua nuestro Señor instituyó la ordenanza de la Cena.
Después de esto, el verdadero cordero pascual fue sacrificado por nuestros
pecados; de ahí en adelante ya no necesitamos de un cordero-animal porque
Cristo es nuestra verdadera Pascua como dice 1Co.5:7.
Igualmente, Él nos dejó unos símbolos, el pan que representa
su cuerpo y el vino que representa su sangre, para recordar ese sacrificio
hecho una vez para siempre por nosotros para liberarnos de la esclavitud del
Egipto espiritual, el pecado. Este es el memorial perpetuo que Jesús dejó a su
iglesia mientras Él vuelve.
La próxima vez que celebres la Cena del Señor debes tener claro que esos elementos simbolizan el sacrificio que se hizo por nuestros pecados y que nos han liberado de la esclavitud espiritual.
La Cena del Señor y el Maná
Durante el peregrinaje de Israel por el desierto Dios los
estuvo sosteniendo con el maná. Una especie pan que Dios hacía caer cada día
(excepto el día de reposo) desde el cielo y que los israelitas comparaban con
distintos alimentos debido a que no había uno igual en la tierra (Éx.16)
enseñándoles con esto que Dios era su proveedor y que debían tener fe cada día
en que el Señor enviaría el pan.
Esta provisión milagrosa cesó una vez que Israel entró en la tierra prometida ya que en ella iban a disfrutar de las abundantes bendiciones de la tierra y comer del fruto de esta (Jos.5:12)
¿Qué tiene que ver esto con la Cena del Señor?
Bueno, en este punto no hay que forzar la Escritura porque
esta no hace una conexión directa de la Cena con el maná; solo voy a hablar de
un principio que podemos derivar por la expresa relación que la Biblia sí hace de
Cristo con el maná.
En Jn.6 tenemos el registro de una discusión que Jesús tuvo
con los judíos cuando afirmó que Él era el verdadero maná. Jesús les dice que
sus padres comieron del maná en el desierto y murieron, pero que el que lo come
a Él vivirá para siempre (Jn.6:51). Unas líneas después también les habla de
beber su sangre para tener vida. Aunque el Señor utiliza aquí un lenguaje muy
parecido al de la Cena, no debemos hacer la relación ya que la ordenanza de la
Cena todavía no se había instituido en este momento. Lo que Jesús les estaba
enseñando a los judíos y que estos no entendieron es que por medio de la fe
participamos de Cristo y recibimos la vida eterna. Cuando creemos en Jesús
comemos el verdadero maná y bebemos del agua que salta para vida eterna
(Jn.4:14)
La relación está en que cada vez que celebramos la cena con
los ojos de la fe puestos en lo que representan los elementos, espiritualmente
nos alimentamos de Jesucristo. Comer el pan y beber la copa, no son en sí mismo
alimento espiritual como lo enseña el catolicismo romano (ex opere operato),
pero cuando participamos con fe nos beneficiamos del verdadero maná.
La otra relación está en que, así como el maná cesó una vez
Israel entro en Canaán figura de la tierra que habremos de recibir los
creyentes en el estado eterno. Así mismo estos elementos por medio de los
cuales tenemos comunión espiritual con el Señor, un día los disfrutaremos en
plena y física comunión con Cristo tal como Él lo prometió (Mat.26:29).
La próxima vez que celebres la Cena recuerda que te estás alimentando espiritualmente del verdadero maná y que algún día nos sentaremos a la mesa con el Cristo glorificado.
SOLI DEO GLORIA
Escrito por Jeffrey Álvarez
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