Anselmo es reconocido como el padre del escolasticismo, este título se lo gana no solo por ser prominente durante este periodo, sino también por ser quien lo inició. Debido a su profunda especulación, él llegó a ser el fundador de la teología escolástica y doctor de la Iglesia.[1] Anselmo fue uno de los precursores de esta forma de hacer teología, en palabras de Edward Grant: “Él fue aparentemente el primero en tratar la teología en una manera suficientemente rigurosa que dejara el fundamento para su conversión en una ciencia por los teólogos de los siglos XII y XIII”.[2]

En una primera instancia lo que el escolasticismo buscaba hacer era aplicar la razón en los asuntos de fe, no para mostrar contradicciones entre la una y la otra, sino para demostrar su complementariedad y elucidar la fe; en sus mejores momentos, ése fue el ideal del escolasticismo.[3] Esto hizo que poco a poco se fueran haciendo precisiones teológicas cada vez más acertadas y que la teología se refinara. Maurice de Wulf dijo: “el pensamiento escolástico llegó a ser consciente de su poder por primera vez con San Anselmo”.[4]

No obstante, en su afán por hacer precisiones cada vez más minuciosas, los escolásticos cayeron en una especulación que abandonaba la revelación de las Escrituras, bordeaba la herejía, y volvía la fe un asunto incomprensible para la mayoría del cristianismo.[5] Este no fue el sentir inicial de Anselmo, de hecho, este mal empieza muchas décadas más después de él.

Pero no era solo su teología algo característico de Anselmo, Philip Schaff dijo de Anselmo: “fue un hombre de inocente simplicidad, integridad impecable, devoción singular por la verdad y la justicia, firme en defender lo correcto, paciente, sufriente, y universalmente reverenciado como un santo incluso antes de su canonización”.[6] Así que, en Anselmo tenemos a un hombre íntegro en su vida y teología.

Pensamiento de Anselmo

1. La sumisión y obediencia preceden al conocimiento

Anselmo no era un pensador que le interesara la búsqueda vana e impía del conocimiento. Algunas personas anhelan aprender solamente para enaltecerse, para ellos el conocimiento se vuelve un asunto que simplemente refleja su erudición pero que puede estar separado de la integridad de su vida. Los tales pretenden, e incluso, alcanzan a conocer muchas cosas, pero jamás consideran cómo impacta la verdad su conducta ni cómo vivir a la luz de lo que quieren aprender. Por el contrario, Anselmo creía que primero se debía tener una actitud de sumisión y obediencia a Dios si alguien quería alcanzar el verdadero conocimiento de Él, comentando Mat.11:25 dijo:

Los ojos deben ser aclarados por la sumisión a los mandamientos del Señor, y, a través de una humilde obediencia a la Palabra divina, nosotros mismos debemos ser como niños antes de que podamos alcanzar ese conocimiento el cual Dios ha escondido de los sabios y entendidos y revelado a los niños.[7]

Así que, en el pensamiento de Anselmo el conocimiento debe ir precedido por una disposición a la piedad.

2. Creer antes de razonar

Otro distintivo del pensamiento de Anselmo es que él jamás empezaba con la razón y después agregaba la fe. Para Anselmo, primero había que creer y después mediante una serie de razonamientos buscaba demostrar lo que por fe ya había aceptado. Una de sus mejores obras y la cual al mismo tiempo refleja este método en su filosofía es el Prosologion, en esta obra Anselmo no pretende descubrir la existencia de Dios, sino que parte de la premisa de que Dios en verdad existe y luego procede a demostrar su existencia por medio de argumentos razonables. González concluye que el método de Anselmo “no consiste en esperar a demostrar una doctrina para creerla, sino que parte de la doctrina misma, y de su fe en ella, para mostrar su racionalidad”.[8]

3. Fiel a la Biblia y la tradición

Por otro lado, Cuando Anselmo sostenía una verdad lo hacía con base a lo que la Biblia dijera y también la tradición, pero principalmente lo que dijera San Agustín; esto le hizo ganarse el nombre de “el segundo Agustín” y también “la lengua de Agustín”.[9] Su respeto por la revelación de Dios fue lo que le ayudó a ser muy consistente en sus afirmaciones, por el contrario, los escolásticos después de él no le dieron la misma preeminencia a la Biblia como se le daba a la razón y por eso se desviaron.

4. Creados para conocer a Dios

La idea de que el hombre fue creado a la imagen de Dios es vital en el pensamiento de Anselmo. En su Libro de Meditaciones y Oraciones Anselmo discurre largamente en que el hombre, por haber sido creado a la imagen de Dios, entonces puede acercarse a Él, amarlo y por sobre todo conocerlo.[10]  Esto es algo que hace al hombre superior a los animales, ellos no pueden conocer a Dios debido a que no fueron hechos a Su imagen. Ser hechos a la imagen de Dios no indica solo su gobierno sobre la creación tanto como la posibilidad de relacionarse con Él y conocerle.

Escritos de Anselmo

En el anterior encabezado se analizó las convicciones que había en el pensamiento de Anselmo. Ahora se continuará conociendo su pensamiento concretamente a la luz de sus principales escritos.

1. Monologion

Los frutos de su labor intelectual en Bec fueron vistos por dos principales obras que le hicieron ganarse el lugar entre los principales pensadores de Europa, una de estas fue el Monologion.[11] Esta obra fue el primer paso que Anselmo dio antes de producir su otra obra que le ganó el renombre, el Prosologion. En esta última Anselmo perfeccionaría lo que en Monologion había dicho.

En este escrito Anselmo hace una investigación de lo que la razón por sí sola es capaz de hacer para mostrar a Dios. Sin embargo, como era propio de su método, él empieza por aceptar lo que Dios es para luego confirmarlo. Church dice: “Monologion es un intento de obtener desde la necesidad de la razón, sin la ayuda de la Escritura, la idea de Dios, y el fundamento real de la misma".[12] Es como si Anselmo estuviera haciendo lo contrario a los hombres de Ro.1:18ss; él mira al mundo que lo rodea y trata de demostrar que debe haber un Dios que ha expresado sus atributos en el mundo creado.

2. Prosologion

En el Prosologion Anselmo perfecciona su razonamiento y llega a crear el argumento ontológico para la existencia de Dios. De manera muy resumida, este argumento consiste en que si pensamos en algo muy perfecto y supremo ese algo solo haya respuesta en Dios mismo como el ser supremo y perfecto, para Anselmo Dios es el ser más grande sobre lo que más nada puede ser pensado; el hecho de que podamos pensar en algo supremo incluye la idea de la existencia de ese supremo.

En esta obra, escrita en forma de oración lo cual ya infiere que Anselmo no niega la existencia de Dios, él empieza con el Sal.14:1 que dice que es una necedad negar la existencia de Dios. Si es una necedad negar a Dios, es porque su existencia debe ser una verdad ineludible.[13] Church explica que Anselmo apoya su argumento comparándolo con la idea de un triángulo el cual demanda la existencia de tres lados y que hace imposible pensar en uno de cuatro; lo mismo hace con la idea de una montaña la cual incluye, o demanda, la existencia de un valle.[14]

3. Cur Deus Homo

En esta obra Anselmo trata ampliamente acerca de la expiación de Cristo. Él se propone demostrar la necesidad del sacrificio de Cristo para la salvación como la única forma mediante la cual era posible la expiación de los pecados. Él se pregunta: “¿Por qué necesidad y por qué razón Dios, considerando que es omnipotente, asumió en sí mismo la humillación y debilidad de la naturaleza humana para poder restaurarla?”.[15] De esta pregunta sale el título de su obra en latín Cur Deus Homo que literalmente traduciría “por qué Dios hombre”.

Dios no tenía la obligación de salvar a nadie, pero como John Murray bien dice: “debido a que la salvación había sido ya propuesta, era necesario concretarla por medio de una satisfacción que podía ser alcanzada sólo por medio del sacrificio sustitutivo y de la redención adquirida con sangre”.[16]

Anselmo aborda el asunto de una forma magistral. Empieza diciendo que una ofensa se vuelve más grave debido al honor de a quien se le haga, no es lo mismo agredir a un mendigo que agredir a un rey; la primera ofensa no acarrea mayor consecuencia, pero la segunda implica un grave castigo. Así mismo, una dádiva adquiere más valor dependiendo de quién la ofrezca, no es lo mismo recibir un regalo de un mendigo que recibir el mismo regalo de un rey, este último se vuelve más significativo.

Con esta ilustración Anselmo demuestra que la falta que el hombre hizo es inmensamente grave puesto que la hizo contra Dios mismo. Para poder vindicarse con Dios, el hombre debe darle una dádiva que represente la falta que hizo, el problema es que el hombre no tiene el valor requerido. El único que tenía suficiente valor para realizar el pago es Dios mismo, pero Dios no podía hacer el pago puesto que Él no fue el transgresor, el pago debe ser hecho por el mismo hombre quien fue el que falló. Entonces, por esto Dios se hizo hombre, para que fuera un hombre quien pagara, pero para tener el inmenso valor divino que pudiera dar una dádiva de sumo valor que satisficiera las demandas de Dios. Sea aceptada o negada, este entendimiento de Anselmo de la expiación ha moldeado la doctrina cristiana desde entonces.[17]

4. Otros Escritos

Pero Anselmo también escribió ampliamente sobre otros asuntos, él escribió sobre el Espíritu Santo y la encarnación (contra Roscelin); escribió sobre la doble procesión del Espíritu Santo (contra la Iglesia Griega); como buen seguidor y defensor de las enseñanzas de Agustín escribió sobre el pecado original, la libre voluntad, la presciencia y predestinación.[18] Tenía un especial interés por la Trinidad, mucho de lo que decía era siempre visto como un trabajo Trinitario.

Soli Deo Gloria

Escrito por: Jeffrey Álvarez 

[1] Philip Schaff, “Anselm of Canterbury”, The Presbyterian and Reformed Review, n.° 5 (1894): 26.

[2] Edward Grant, God and Reason in the Middle Ages (Cambridge: Cambridge University Press, 2004), 56.

[3] Justo González, Historia del Cristianismo (Miami, FL: Unilit, 2009), 425.

[4] Maurice de Wulf, Scholasticism Old and New (New York: Dublin, M. H. Gill & Son, 1907), 56.

[5] Wulf, Scholasticism Old and New, 19.

[6] Schaff, “Anselm of Canterbury”, 27.

[7] Schaff, “Anselm of Canterbury”, 28.

[8] González, Historia del Cristianismo, 424.

[9] Schaff, “Anselm of Canterbury”, 27.

[10] Anselm, Med., I, IX.

[11] R. W. Church, The Beginning of the Middle Ages (New York: Charles Scribner's Sons, 1890), 82.

[12] Church, Middle Ages, 87.

[13] González, Historia del Cristianismo, 422.

[14] Church, Middle Ages, 86.

[15] Anselmo de Canterbury, Cur Deus Homo, Lib. 1, Cap. 1.

[16] John Murray, La Redención Consumada y Aplicada, trad. de Humberto Casanova (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2007), 14.

[17] Church, Middle Ages, 276.

[18] Schaff, “Anselm of Canterbury”, 27.