La vida cristiana se vivirá en abundancia en la medida en que los cristianos se apropien de esta hermosa doctrina. Bastante podemos hablar de la adopción, por eso para limitar el contenido nos remitiremos únicamente a una de las epístolas en las que magistralmente se trata esta doctrina.

La Adopción es un paso de esclavos a hijos

El pasaje clave para tratar esta doctrina es Gá.4:4-7 este texto explícitamente dice que Dios envió a su Hijo para redimir y para dar la adopción de hijos. El simple hecho de que sea necesaria la adopción conlleva el hecho de que no se era hijo. Ahora bien, Pablo lo presenta un poco más detallado; los adoptados no son simplemente personas que no tenían un papá, sino personas que estaban esclavizadas bajo el yugo de la ley. Nótese los siguientes argumentos para explicar esto.

1. El v.3 dice que los que reciben la adopción, antes eran niños que estaban en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. Y en el v.7 se dice que gracias a este acto de adopción ya no se es más esclavo, sino hijo. El cambio fue de esclavo a hijo.

2. Después de haber declarado la realidad de que los adoptados participan de la herencia y son libres, en los versos siguientes (8-11) Pablo les recrimina a sus lectores el que ellos estén volviendo a la esclavitud de la que habían sido rescatados guardando “los días, los meses, los tiempos y los años” (v.10), en palabras más específicas, volviendo al yugo de la ley judía.

3. La alegaría de Sara y Agar que Pablo explica en los vv.21-31 enmarca el punto de que todos aquellos que no son parte del pueblo de Dios son hijos de Agar, es decir, hijos de esclavitud; pero contrario a estos hay otros que son hijos de Sara, es decir, hijos de la promesa, hijos de Dios y libres. Los judíos incrédulos que en su momento seguían en la Jerusalén actual eran hijos de esclavitud, pero todos aquellos que pertenecían a la Jerusalén de arriba, eran hijos libres. Se contrapone la libertad de los hijos de Sara con la esclavitud de los hijos de Agar.


En la Adopción se llega a un estado superior

En la cultura romana, un hijo tenía su herencia, pero esa herencia no la podía disfrutar hasta que alcanzara la mayoría de edad. Solo hasta aquel momento el hijo, aunque fuera heredero de todo seguía siendo igual a los esclavos, de hecho, en muchos casos la subordinación de los hijos menores era igual a la de ellos.[1] Cuando el hijo recibía la herencia entonces sí se diferencia muy por encima del esclavo. Ya no iba a ser más heredero de jure (por derecho), sino de facto (de hecho).[2] Pablo explica que ese momento dependía del tiempo que el padre le señalara al hijo. Mientras tanto al hijo heredero se le ponían tutores que en muchos casos eran esclavos y lo guiaban y cuidaban hasta alcanzar la madurez.

Pablo explica que esta fue la condición de los adoptados. Los judíos que estaban en Galacia habían estado en un tiempo bajo los rudimentos de la ley judía, pero vino el tiempo indicado en que Dios envió a su Hijo Jesucristo para sacarlos de esa ley y elevarlos a una mejor posición, a la de hijos. Explicando el v.4 Keener dice: “aquí Pablo compara esta plenitud con el momento en que un muchacho alcanza la madurez y es considerado adulto (alrededor de los 13 o 14 años)”.[3] La nación judía esperaba la herencia, ellos como el pueblo escogido por Dios podían participar de todas las promesas que Dios le dio a Abraham, pero llegó el cumplimiento del tiempo en el que ya era hora de participar de todas esas herencias por medio de Cristo y sin embargo muchos prefirieron no elevarse sino seguir en esclavitud bajo el yugo de la ley.

Los que rechazan a Cristo son personas que quieren seguir bajo prescripciones de la ley, son niños que no vienen a la madurez; Hendricksen comenta: “Así como un niño falto de madurez debe ser gobernado por reglas y prescripciones, así también antes de que nos llegase la luz del evangelio, nosotros estábamos esclavizados a ‘los rudimentos del mundo’”.[4] No ser adoptados es seguir en la bajeza de estar bajo tutores.

Los judíos que se querían seguir esclavizando no habían entendido que ya su ayo había llegado al destino que es Cristo. En vez de avanzar a la meta se seguían aferrando a la ley dándole más valor por sobre Cristo, esto era negar el propio trabajo de la ley, como bien dice Crisóstomo “los que ahora la observan, son los que sobre todo la desacreditan, de la misma forma que el pedagogo ridiculiza al joven cuando, llegado el momento de apartarse de él, se aferra junto a él”.[5] Los judíos cambiaron el medio por el fin, la ley se les volvió un fin en sí misma y se privaron de venir a la adopción de hijos y siguieron los elementos básicos de la religión humana.[6]


En la Adopción se llega a ser miembro de la familia de Dios

Es necesario resaltar el hecho de que la adopción permite pertenecer a la familia de Dios. Para demostrar la importancia de la relación que se alcanza, sabiamente Grudem la compara con otras dos obras de Dios: “En la regeneración Dios nos da vida espiritual nueva en nuestro ser interior. En la justificación Dios nos da una posición legal correcta delante de él. Pero en la adopción él nos hace miembros de su familia”.[7] En la adopción se viene con nueva vida espiritual y con una justicia foránea ante el Dios del universo, se acerca a Él y se le dice: Padre.

En Gá.4:6 dice que gracias a la nueva posición de hijos se le puede decir a Dios “Abba, Padre”. MacArthur explica que este es: “Un término familiar y cariñoso en arameo que los niños pequeños usaban para hablar a sus padres. El equivalente de esta palabra es la expresión ‘papito’”.[8] Esto nos deja ver la cercanía e intimidad que gozan los adoptados con su nuevo Padre. Ser adoptados no debe ser entendido solo como la mera transacción legal en la que se conceden derechos, títulos y fortuna; sino que es un acto de Dios en el que, transformado todo el interior del hombre, lo acerca a Él[9] y gozan de comunión.[10]


Somos adoptados por medio de la fe

En Gá.3:26 dice: “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”, dejando claro que el medio para llegar a ser hijos de Dios es la fe. Grudem agrega: “el Nuevo Testamento relaciona la adopción con la fe salvadora, y dice que, en respuesta a poner nuestra confianza en Cristo, Dios nos ha adoptado en su familia”. También Jn.1:12 presenta la fe como medio para la adopción: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”

Finalmente, se puede definir la adopción de la siguiente manera:

“La adopción es el acto de Dios en el cual rescata a personas de la esclavitud de la ley, haciéndolos miembros de su familia por medio de la fe, con el disfrute de todos los beneficios que ser hijo de Dios implica.”

Soli Deo Gloria

Escrito por: Jeffrey Álvarez



[1] Craig S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia: Nuevo Testamento, trad. de Nelda Bedford de Gaydou et al. (El Paso, TX: Mundo Hispano, 2003), 525.

[2] William, Hendricksen, Comentario al Nuevo Testamento: Gálatas, trad de Humberto Casanova (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2005), 165.

[3] Kreener, Contexto Cultural, 526.

[4] Hendricksen, Gálatas, 165.

[5] Juan Crisóstomo, Comentario a la Carta a los Gálatas, trad. de Isabel Garzón Bosque (Madrid, ES: Ciudad Nueva, 1996), 121.

[6] John MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur, trad. de Luis Álvarez Magín et al. (Nashville, TN: Grupo Nelson, 2015), 1645.

[7] Wayne Grudem, Teología Sistemática, trad. de Miguel Mesías, José Luis Martínez y Omar Díaz de Arce (Miami, FL: Vida, 2007), 773.

[8] MacArthur, Biblia de Estudio MacArthur, 1645.

[9] Debe recordarse que a la luz del Ordo Salutis, la adopción es un acto que va lógicamente después de la justificación, este orden es el que permite el hecho de que Dios tenga comunión con el pecador que ya ha sido perdonado y revestido con la justicia de Cristo.

[10] Alfonso Ropero, “Adopción,” en Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, ed. Alfonso Ropero (Barcelona, ES: Clie, 2013), 49.