Todos decimos que Dios tiene
todo bajo control, cuando afirmamos esto no nos imaginamos las implicaciones de
esta expresión. Esto es cierto precisamente porque Él lo decretó.
La cabeza se nos quiere
estallar y hasta nos sentimos blasfemos cuando empezamos a razonar lógicamente
así: si Dios es el creador de todas las cosas que hay en el mundo y el pecado
hace parte del mundo entonces ¿Dios es el autor del pecado? Pero como no
queremos blasfemar a Dios entonces le cargamos la responsabilidad a otro y
afirmamos que el diablo, quién en esencia es malo, fue el autor del pecado. No
obstante, esta última afirmación también tiene problemas ya que estamos
diciendo que el diablo creó algo que Dios no quería, por tanto, hay cosas que
Dios no puede controlar, dejaría de ser todopoderoso y el diablo se convertiría
en un dios capaz de crear y hacer cosas fuera de la voluntad de Dios. ¿Ves el
problema que estamos tratando? La cuestión no es tan sencilla.
Aguntín de Hipona quien fue
uno de los más grandes pensadores cristianos, filósofo y teólogo dedicó páginas
enteras en tratar este asunto. Después de él, muchos otros han derramado mucha
tinta abarcando este asunto, así que no seamos ingenuos al creer que podemos
responder con una sola palabra a la pregunta de quién es el autor del pecado.
CAMINEMOS ENTRE LOS LÍMITES
El terreno de esta discusión es bastante
resbaladizo. Si no pisamos con cuidado caeremos o en la herejía o en la
blasfemia. Se requiere humildad y sencillez para tratar el asunto, pero por
sobre todas las cosas, basarnos solo y únicamente en la Biblia. Para eso vamos
a caminar dentro de los límites que esta nos proponga.
Primer Límite: Dios no es tentador
Buscando el origen del pecado seguramente que
nos remitiremos al huerto del Edén y lo hallaremos en Adán y Eva, sin embargo,
la Biblia nos enseña que antes de que ellos pecaran ya Satanás había pecado.
Erramos cuando queremos rastrear el pecado más atrás del diablo y decir que si
Dios permitió que satanás pecara el origen del pecado está en Dios y por tanto
Él es el autor. El límite que las Escrituras nos
ponen en este punto lo tenemos en Stg.1:13 “Cuando alguno es tentado, no diga
que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal,
ni él tienta a nadie” explícitamente se nos dice que Dios no tienta a nadie. No
entiendo por qué complicar el asunto cuando la Biblia claramente nos dice que
Dios no es un tentador.
Segundo Límite: En Dios no hay maldad
Un límite más lo encontramos
en la primera carta del apóstol Juan 1:5 en donde expresamente se nos dice que
en Dios no hay tinieblas. Sea cual sea la conclusión a la que lleguemos al
final de este artículo tal conclusión nunca debe implicar que en Dios hay
tinieblas porque la Biblia claramente dice que en Él no hay tinieblas.
Tercer Límite: Dios es soberano sobre el pecado.
No podemos entonces decir que
el pecado fue algo que “a Dios se le salió de las manos”. No, el pecado fue
algo de lo cual Dios tuvo pleno conocimiento y controló. ¿por qué? Porque la
Biblia dice: “Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se
esconda de ti” (Job.42:2). Creemos que Dios creó todas las cosas, creemos en su
soberanía absoluta. Decir que el pecado fue algo que no estaba en el
conocimiento previo de Dios y que lo tomó por sorpresa es atentar directamente
contra su soberanía.
Cuarto límite: Dios no nos manda a descifrar misterios
Dt.29:29 “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” Sé que puede ser un poco confuso y difícil de entender la relación de Dios con el pecado, pero no nos compete descifrar el misterio. Este texto nos pone un freno salvador. Dios no nos llama a descifrar el misterio de su relación con el pecado, eso es algo secreto que le pertenece a Jehová, a nosotros nos pertenecen las cosas reveladas que tenemos que obedecer. En teología de habla de Voluntad Decretiva y Voluntad Preceptiva, la primera (Voluntad Decretiva) son todas aquellas cosas que Dios ha hecho y que ha dejado en el secreto de su voluntad, cosas que no son modelo de conducta para nosotros porque como el texto dice “pertenecen a Jehová” aquí se incluye el decreto. La segunda (Voluntad Preceptiva) son todos aquellos mandamientos que Dios ha dejado consignados en su Palabra y que estamos llamados a obedecer porque como el texto dice “son para nosotros y para nuestros hijos”.
Cuando pasamos los límites de Dios en nuestra presunción de maestros de la Palabra caemos en el error.
Avancemos y abordemos más
precisamente el asunto.
ANÁLISIS BÍBLICO DEL ASUNTO
Hch.2:23 “a éste (Jesús),
entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios,
prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole”. Este versículo
es crucial en el entendimiento del decreto de Dios. En la primera línea del
versículo, hasta la primera coma, el “culpable” de la muerte de Jesús sería
Dios el Padre, porque dice que fue entregado por el determinado consejo de Dios es decir, Dios decretó que Cristo
muriera, además el versículo dice que ya lo sabía por anticipado. Sin embargo,
el versículo continúa y nos dice que los judíos a los que Pedro les está
hablando prendieron y mataron a Jesús. En esta segunda línea nos deja ver que
los que mataron a Jesús entonces fueron los judíos y no Dios. Aunque la muerte
de Jesús fue decretada por Dios, los culpables fueron los judíos, ellos son los
responsables de haber matado a Jesús.
Notemos esta misma idea en el
siguiente versículo: “27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra
tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles
y el pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes
determinado que sucediera” (Hch.4:27-28). No ampliaré mucho. Nota que en el
v.27 fueron los nombrados los que realmente mataron a Jesús, aunque en el v.28
pudiéramos concluir que fue el Padre.
Es claro que la Biblia
presenta este misterio, pero no nos llama a descifrarlo.
USO INDEBIDO DE LA PALABRA AUTOR
Habiendo delimitado la
discusión así, procederé a abordar el uso mismo del término “autor”. El
diccionario de la Real Academia Española lo define así:
1. m. y f. Persona que es
causa de algo.
2. m. y f. Der. En el derecho
penal, persona que comete el delito, o fuerza o induce directamente a otros a
ejecutarlo, o coopera a la ejecución por un acto sin el cual no se habría
ejecutado.
Si tomamos la primera
definición, la verdad es que seguimos en el mismo meollo de antes ya que al
afirmar que Dios sea la causa del pecado no nos queda claro si Él se mancha con
el mismo o simplemente preordenó todo.
Creo que la segunda
definición es la que nos interesa en este tema porque cuando alguien pregunta
si Dios es el autor del pecado está poniendo en tela de juicio su justicia,
santidad y bondad dependiendo de lo que se diga. Es como si Dios estuviera en
un juzgado como el acusado y nosotros culpándolo. Sé que este no es el sentir
de los corazones temerosos del Señor, pero en el análisis final eso es lo que hacemos.
En cuanto a la segunda definición de la palabra autor la descarto totalmente al
referirnos a Dios como autor del pecado. Él no fue el que lo cometió. Ni el que
forzó a nadie (como lo dijimos en el primer límite) ni cooperó ya que esto lo
hubiese manchado (como lo dijimos en el tercer límite).
Cuando pensamos en el autor de un libro, si ese libro tiene errores no pensamos en la editorial, en el personal que trabajó en la impresión, ni siquiera pensamos en los nombres de los que hicieron las revisiones del libro, pensamos en el autor del libro. Si el libro es bueno es el autor quien se lleva todo el reconocimiento. Un ejemplo es la Biblia del Ps. John MacArthur; por supuesto que él contó con personas que transcribieron muchas de sus notas y comentarios, los mapas de la Biblia no fueron dibujados por él, algunos comentarios habrán sido sugeridos por otro, pero todo el reconocimiento se lo lleva el Ps. MacArthur. De hecho, si llega a haber un error doctrinal producto de una mala traducción del inglés al español creeremos que fue un error de MacArthur.
Mi Respuesta
Para no alargar más el asunto creo que el uso del término autor es inapropiado. Anteriormente propuse tres límites, pero ahora agregaré uno más: el cuarto límite es hablar con el lenguaje de la Biblia. No hay un solo versículo en el que este término o algún sinónimo se use para hablar de la relación de Dios con el pecado. Decir que Dios o el diablo es el autor del pecado es un uso indebido e irresponsable de los términos.
Considero que es pecaminoso usar la expresión “Dios es el autor del pecado” para parecer alguien que ha descubierto y descifrado la relación de Dios con el mal. Los tales alardean de su supuesta inteligencia sin considerar el daño que puede hacer tal afirmación en la mente y corazón de los que los escuchan.
Pregunto: ¿cuál es la necesidad de afirmar tal cosa, sin una
necesidad expresa de las Escrituras? ¿Acaso Dios parece más glorioso, santo y
lleno de amor al hacer tal afirmación? Ni siquiera los demonios se atrevieron a
tal cosa.
Al usar la expresión “autor
del pecado” casi que sin ninguna excepción entendemos, el que lo inició, lo
empezó o incluso el que en primer lugar lo practicó. Tal cosa no tiene ni la
más mínima evidencia bíblica y está en contra del carácter santo y bueno de
Dios. Por otro lado, también dijimos que tampoco se le puede adjudicar la
autoría a Satanás porque significaría que él pudo crear algo aparte de Dios y
eso lo convertiría en Dios. El problema no se aclara, ¿por qué? Por usar
términos innecesarios para explicar misterios tan grandes como estos en los
cuales Dios ha callado.
CONFESIONES HISTÓRICAS
Para dar fuerza a mi
argumentación de manera breve me remitiré a dos documentos cristianos
históricos importantes en los que se trató este asunto.
En el siglo XVII más de 100
teólogos cristianos se reunieron en Westminster para tratar muchos temas
teológicos, entre ellos el tema del Decreto, y escribieron después de mucho
estudio:
Dios desde la eternidad, por
el consejo sumamente sabio y santo de su propia voluntad, ordenó libre e
inmutablemente toda cosa que sucede [1]:
y sin embargo, de tal manera que ni es Dios el autor del pecado [2], ni
hace violencia a la voluntad de las criaturas, ni la libertad o contingencia de
las causas segundas son quitadas, sino más bien establecidas[3]. (CFW Cap.3:1
incluyo las citas bíblicas que respaldan las afirmaciones)
[1] Ef.1:11; Rom.11:33;
Heb.6:17; Rom.9:15, 18; [2] Stg.1:13, 17; 1°Jn.1:5; [3] Hch2:23; Mat.17:12;
Hch.4:27, 28; Jn.19:11; Pr.16:33.
En pleno auge de la teología
estos hombres después de años de estar deliberando durante más de mil reuniones
concertaron en que Dios no era el autor del pecado. No se tú, pero yo no me
creo tan docto para irme en contra de lo que la iglesia del Señor Jesucristo
siempre ha confesado.
Un poco más de 40 años
después se volvieron a reunir en Londres representantes de 107 congregaciones
para escribir una confesión un poco distinta a la que se había escrito en
Westminster. En cuanto al mismo tema del decreto de Dios escribieron:
Dios, desde toda la
eternidad, por el sapientísimo y santísimo consejo de su propia voluntad, ha
decretado en sí mismo, libre e inalterablemente, [1] todas las cosas, todo lo
que sucede; [2] sin embargo, de tal
manera que por ello Dios ni es autor del pecado ni tiene comunión con nadie en
el mismo; [3] ni se hace violencia a la voluntad de la criatura, ni se
quita la libertad o contingencia de las causas secundarias, sino que más bien
las establece;[4] en lo cual se manifiesta su sabiduría en disponer todas las
cosas, y su poder y fidelidad en llevar a cabo sus decretos.[5] (CFL 1689
Cap.3:1 incluyo las citas bíblicas que respaldan las afirmaciones)
[1] Pr. 19:21; Is. 14:24-27;
46:10,11; Sal. 115:3; 135:6; Ro. 9:19. [2] Dn. 4:34,35; Ro. 8:28; 11:36; Ef.
1:11. [3] Gn. 18:25; Stg. 1:13; 1 Jn. 1:5. [4] Gn. 50:20; 2 S. 24:1.
Es interesante que en esta
segunda confesión se conservó la misma cláusula que afirma que Dios no es el
autor del pecado. Lo cual nos deja con un respaldo de muchísimos teólogos más
letrados que nosotros.
Conclusión
En conclusión, rechazo el
término autor del pecado cuando se le
aplica a satanás y más especialmente cuando se le aplica a Dios. Creo que lo
más acorde a las Escrituras es decir que
Dios decretó el mal. Es decir, ordenó que el mal existiera y lo permitió,
pero en nada, ni en la más ínfima cantidad, su santidad, pureza y bondad quedan
pringadas por este. Si no fuera así, la Biblia que es inerrante e infalible no
pudiera afirmar que Dios es santo, santo, santo (Is.6:3). No pretendo que mi
argumentación haya solucionado el problema, más bien pretendo dejarla hasta los
términos que la Escritura permita y que lleguemos a través de esta y de la
oración a exclamar como lo hizo Pablo en Ro.11:33-36.
!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
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