En esta oportunidad veremos el contexto posterior de Jn.3:16 y derivaremos 3 principios para evangelizar. Debo aclarar que en nada digo que este verso por sí solo no sea útil para presentar el evangelio; pero si este versículo es usado sin su contexto inmediato y el contexto más amplio de las Escrituras para solo decirle a una persona que Dios la ama mucho, se está tergiversando el evangelio.
Primer Principio: Explica bien la relación del amor de Dios.
El mal
uso que se hace de este texto se debe en gran parte a aquella actitud humanista
en la que nos queremos sentir el centro de todo. Nos alegra pensar algo como
“qué importa cómo viva y lo que Dios diga, igual Él me ama, lo dice en Jn.3:16”
¿pero realmente es lo que el texto dice? Analicemos:
El
verbo amar está en tiempo aoristo, este es un tiempo en el griego que nos
indica una acción completa y puntual en el pasado. Parece que muchos leen: “de tal manera
está Dios amando al mundo”… el
tiempo del verbo es importante para nuestra discusión ya que nos quita la idea
de que no importa lo que estemos haciendo Él me está amando. Más bien el tiempo
aoristo nos indica que hubo una acción en el pasado mediante la cual Dios
mostró su amor.
La
palabra mundo no debe ser entendida como algo que específicamente está hablando
de cada persona que vivió, vive y vivirá en este mundo. En la Biblia una
palabra puede significar una cosa distinta de acuerdo con el uso que se le dé
en su contexto. Un ejemplo muy claro de esto es comparar este versículo con 1°Jn.2:15
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo,
el amor del Padre no está en él”. Este versículo prácticamente es una
contradicción de Jn.3:16. En uno se nos dice que Dios amó al mundo y en el otro
Dios mismo dice que no amemos al mundo, parece una doble moral. Bueno, la
aparente contradicción se aclara cuando entendemos que en cada versículo la
palabra mundo (gr. Kosmos) se está usando de distintas maneras.
Particularmente
el apóstol Juan le da a lo menos 4 sentidos a esta palabra:
1)
Para referirse al mundo como la creación, el planeta tierra Jn.17:5;
2)
Para referirse al sistema corrupto que se opone a Dios (1°Jn.2:15);
3)
Para referirse a personas de todo pueblo lengua y nación, distintos a los
judíos 1°Jn.2:2;
4)
Para referirse a la humanidad caída y pecadora en general.
Este último es el sentido en el que el
texto está hablando y del que la mayoría de los comentaristas respetables como
B.B. Warfield, MacArthur, D.A. Carson, entre otros, están de acuerdo.
Entonces cuando leemos que Dios amó al
mundo debemos entenderlo como la libre oferta del evangelio que Dios ha
extendido a todo el mundo caído de manera general y no de manera específica. Es
como cuando le decimos a nuestros compañeros de clases al acabar el año
académico, que los amamos y los vamos a extrañar; seguramente que hay algunos
que ni nos importan, pero les decimos a todos que los amamos de manera general
y no de manera específica.
Por tanto, "mundo" debe ser entendido aquí cualitativamente (las características de las personas) y no cuantitativamente (el número de las personas) repito: más para hacer referencia al carácter pecador de a los que Dios amó (cualidad) y no para hacer referencia a todos y cada uno de los que vivieron, viven y vivirán en el planeta (cantidad).
Segundo Principio: Habla del castigo que Dios dará a los que desprecian su amor.
Basta con solo leer dos versículos más adelante para encontrar algo que parece antagónico al amor de Dios: Condenación.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios (Jn.3:18).
Una vez que le has hablado al
pecador del amor de Dios debes decirle que va a haber una condenación sobre
todos aquellos que rehúsen creer en el Hijo. Esta condenación ya está
dictaminada, nota que el texto dice “ya ha sido condenado”; Dios ya dictó
la sentencia sobre este mundo pecador y solo será salvo de aquella condenación
los que crean en el único medio de salvación que Dios proveyó: la muerte
sustitutoria de Cristo.
Unido
a todo lo anterior, vemos que Dios mostró su amor a toda la humanidad de manera
general al entregar a su Hijo Unigénito, en verdad la amó, porque nadie
merecía, ni merece que el Dios del cielo haya hecho un plan de redención; pero
diremos el mensaje completo, para lo cual citamos Jn.3:36 que dice: “El que
cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá
la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” debemos hablar el
mensaje completo y este texto expresamente nos dice que si alguien rechaza el
amor de Dios, no es que más amor está sobre él, sino la ira de Dios, de un Dios
que es ofendido cuando se desprecia tan grande amor.
No
puedes hablar del amor de Dios sin hablar de la justicia de Dios. Su justicia no es antagónica a su amor, más bien la
complementa. Solo cuando entendemos que Dios dictaminó una sentencia sobre
nosotros, pero que sin merecerlo nos proveyó salvación por el sacrificio de su
propio Hijo es que podremos admirar su amor.
Tercer Principio: Exhórtale a venir a la luz
Después
de haberle hablado al pecador de la condenación, entonces debes explicarle en
qué consiste tal condenación e invitarlo a la luz. Como el texto lo indica, si
alguien no ama la luz que es Jesús entonces está amando las tinieblas. No hay
punto medio, o se es luz o se es tinieblas; o pertenecen a Jesús o pertenecen a
las tinieblas. No importa si dan mercado al pobre o no, el texto dice que sus
obras son malas ya que le dan la espalda a la luz.
Con Sinceridad, delante de Dios debes decirle que lo que hace está mal y que si se mantiene así en tinieblas es porque no quiere que la luz de Cristo deje en evidencia sus pecados.
El pecador se refugia en su pecado y no quiere quedar expuesto para no sufrir vergüenza; sin embargo, es urgente que le invitemos a
venir a la luz, o en otras palabras, a abrazar y deleitarse en el amor de Dios
por medio de la fe. Debemos mostrarle la esperanza que hay en el Dios amoroso
que ofrece salvación a todo aquel que solo cree.
Conclusión
Sé que
es más bonito decirles a las personas que Dios las ama y darles un mensaje que
los motive, pero a eso no nos llamó Dios. Nada hacemos con repartir volantes que digan “Dios te
ama” si no explicamos ese amor y las consecuencias por despreciarlo. El contexto posterior de Juan 3:16 ayuda a presentar mejor el evangelio.
Soli Deo Gloria
Escrito por: Jeffrey Álvarez.
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