Lastimosamente hay cristianos que afirman que la salvación se puede perder. Ellos en común acuerdo dicen que se pierde por el pecado y que para recuperarla hay que abandonarlo. Un análisis de la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo en la preservación de la salvación nos hace descartar tal idea.

*Parto del supuesto que alguien sea un verdadero cristiano, es decir: uno que ha reconocido su condición pecadora, se ha arrepentido y aceptado por fe la obra que Cristo hizo para salvarlo. No discutiré sobre los frutos de la salvación, ni la santidad del cristiano, solo de si es posible perder o no la salvación.

1 La Obra del Padre: Estamos es su manos

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. (Jn.10:27-29)

Según este pasaje, fuimos puestos en las manos del Padre desde el mismo momento en que creímos. Estar en Sus manos es estar seguros de que lo único que nos puede quitar de ahí es algo que sea mayor a Él, lo cual no existe. De modo que si afirmamos que un pecado nos puede quitar la salvación estaríamos diciendo que ese pecado nos arrebató de las manos del Padre y por ende que ese pecado fue mayor que Dios. ¿notas lo blasfemo que suena afirmar tal cosa?

En este versículo se nos promete vida eterna y que jamás vamos a perecer, no por nuestra capacidad, ni por nuestra vida recta, sino porque estamos asegurados en las manos del Padre. Aún más, el versículo también dice que estamos en las manos de Jesús, esto es una doble garantía. Somos débiles ovejas aseguradas por las manos del Padre y del Hijo. No hay un solo pecado que sea capaz de sacarnos de ahí porque si lo hubiera, entonces ese pecado sería mayor que Dios, y Dios deja de ser Dios porque ya no es el ser más poderoso del mundo.

2 La Obra del Hijo: Intercede perpetuamente por nosotros

Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. (Heb.7:23-25)

En el sistema sacerdotal del Antiguo Testamento, era necesario estar nombrando sacerdotes una y otra vez porque como simples hombres morían. Recordemos que los sacerdotes eran mediadores entre los israelitas y Dios, de modo que, si el sacerdote moría, los hombres se quedaban sin nadie que los acercara y representara delante de Dios. Contrario a esto, nuestro Señor Jesucristo “permanece para siempre”, Él no puede morir, precisamente por eso su sacerdocio no se acaba y puede interceder eternamente por los suyos.

Cristo es nuestro mediador, Él vivió la vida perfecta en nuestro lugar y nos representa perpetuamente delante del Padre, si no fuera así y Cristo muriera, nos quedaríamos sin nadie que nos represente y sostenga nuestra salvación. Por eso, cuando afirmamos que la salvación se puede perder, estamos diciendo que la intercesión de Cristo no es suficiente, es como si dijéramos que ese pecado en un sentido “lo mató”. Yo sé que eso no es lo que la gente tiene en mente, pero es lo que implica ¿por qué? Nota que el texto dice que Él puede salvarnos perpetuamente por el hecho de que Él no puede morir, si el pudiera morir, entonces no nos puede salvar perpetuamente. Así que la única forma, a la luz de este texto, que un pecado nos pueda quitar la salvación es que mate a nuestro gran sumo sacerdote y como eso es imposible, entonces la salvación no se puede perder gracias a la eterna intercesión del Hijo.

Cuando se dice que el pecado nos quita la salvación, también se dice que hay que dejar ese pecado para recuperarla, eso es como decir que Cristo tiene que ser ofrecido muchas veces, pero el v.27 dice: “(Jesús) no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”. Descansa en que Cristo pagó por tus pecados una vez y para siempre, no hay pecado que pueda deshacer lo que Cristo hizo por ti.

3. La Obra del Espíritu Santo: Estamos sellados con Él

En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efe.1:13-14).

Este texto nos dice que una vez que creímos fuimos sellados con el Espíritu Santo. En el contexto cultural un sello representaba: Seguridad (Dn.6:17); Autenticidad (1Rey.21:8-12); Propiedad (Jer.32:10) y Autoridad (Est.8:8-12). Esto es lo que Dios quiere trasmitirnos al hablar de que fuimos sellados. Es claro que el sello que recibimos es el Espíritu Santo, lo cual nos hace pensar más en la seguridad, autenticidad, propiedad y autoridad de este sello.

Cuando se dice que un pecado nos quita la salvación lo que estamos diciendo es que ese sello es revocado, que el Espíritu Santo se va y vuelve. Tal afirmación es blasfemia, recuerda la historia de Daniel en el foso de los leones: El rey Darío había sellado con su anillo el decreto que decía que todo el que orara a otro Dios sería echado en el foso. Daniel infringió este decreto, cuando fue presentado como transgresor delante del Rey Darío, este quiso librarlo porque lo quería, pero ni siquiera el mismo Darío se pudo ir en contra del decreto que había sellado con su propio anillo. Si esta fue la situación de un pagano, cómo se nos ocurre decir que un pecado sí puede cancelar un decreto de salvación dictado por Dios y sellado con su Espíritu Santo.

El final de este pasaje nos dice que ese sello es una garantía de que alcanzaremos la redención final, es decir la glorificación. Cuando creemos Dios nos sella con el Espíritu para asegurarnos de que no nos quedaremos en el camino. Por eso descansa en que, si verdaderamente has creído en Cristo como tu único y suficiente salvador, vas a llegar a la meta final, ningún pecado revocará esa garantía de Dios.

Conclusión

El Padre no permite que perdamos la salvación porque nos tiene en sus manos, lo único que nos puede arrebatar de ahí es algo mayor a Él y ningún pecado es más alto que Dios.

El Hijo no permite que perdamos la salvación porque intercede perpetuamente por nosotros, lo único que puede hacer que Él deje de interceder por ti y por mí es que muera y ningún pecado puede matar al Hijo.

El Espíritu Santo no permite que perdamos la salvación porque estamos sellados y no hay nada que pueda revertir ese sello de garantía, ni siquiera los paganos lo hacen, mucho menos nuestro Dios de promesas.

Piedad Inteligente cree que entender la obra de la Trinidad en la salvación lleva a los cristianos a vivir mejor su vida cristiana. La ignorancia de esto no permite disfrutar el cristianismo ni vivir piadosamente.

Es interesante que los grupos religiosos que niegan la Trinidad son los que afirman que la salvación se pierde.

Escrito por: Jeffrey Álvarez