Una Perspectiva Pastoral de la EUTANASIA – Por John MacArthur

 

Recientemente en Colombia “con votación 6-3, la Sala Plena de la Corte Constitucional amplió el derecho fundamental a morir dignamente a aquellos pacientes que padezcan intenso sufrimiento por lesión corporal o enfermedad grave e incurable. Es decir, que ya no es requisito ser paciente terminal para solicitar la eutanasia en Colombia como había dispuesto la misma Corte en fallo de 1997”.[1]

El siguiente artículo del pastor MacArthur será iluminador de una perspectiva bíblica sobre este asunto, el mismo es representativo de la posición general de Grace Community Church.

La eutanasia implica un acto médico deliberado u omisión llevada a cabo por uno mismo, su médico o un tercero con el propósito determinado de causar la muerte de uno y tener éxito en el intento. Los Defensores de la eutanasia creen que la muerte causada es por el bien de la persona a quien se le está provocando la muerte (es por esa razón por la que la eutanasia es a veces llamada “homicidio misericordioso”).[2]

 La eutanasia activa se produce cuando una persona toma medidas proactivas para causar su propia muerte o la de otro. Con la eutanasia activa, la razón médica por la muerte no es una enfermedad o lesión, sino más bien la acción específica adaptada para terminar con la vida.

La eutanasia pasiva se lleva a cabo cuando el tratamiento médico disponible que podría permitir a una persona claramente vivir mucho más tiempo se suspende o retira de forma deliberada. La intención de la eutanasia pasiva es causar la muerte de una persona en un momento en que la muerte natural no es inminente.

Dejar morir (que es distinto a la eutanasia) implica la retención o La retirada de medicamentos y tecnologías de soporte vital y para prolongar la vida de un paciente con una enfermedad irreversible, para quien la muerte es inminente incluso con tratamiento. La intención de dejar morir no es provocar la muerte, sino mejorar el bienestar del paciente evitando la prolongación inútil del proceso de morir.

La diferencia entre la eutanasia pasiva y dejar morir, entonces, es la siguiente: Con la eutanasia pasiva, la muerte no es inminente y el tratamiento médico podría permitir claramente que una persona viva mucho más tiempo; pero al dejar morir, la muerte del paciente es inminente incluso con el tratamiento (es decir, las tecnologías médicas ya no pueden prevenir el deceso). Mientras que lo primero busca causar la muerte de una persona, lo segundo pretende “mejorar” el bienestar del paciente evitando la prolongación del proceso de morir.

Al considerar detenidamente una respuesta bíblica, hay que recordar que aunque la muerte es inevitable, el momento en última instancia, descansa en las manos de Dios (Deuteronomio 32:39; 1 Samuel 2:6; Hebreos 9:27). La vida es un regalo de Dios y todo el mundo tiene la obligación de valorar su propia vida, así como la de los demás, independientemente de las circunstancias.

Debido a que la Escritura prohíbe el asesinato y el suicidio (Gé.9:6; Éx.20:13; Dt.5:17), la eutanasia (activa o pasiva) no es una opción aceptable para el creyente. Además de violar la prohibición del suicidio, el acto de quitarse la vida, es la máxima expresión de egoísmo.

Por otro lado, en el caso de que el paciente esté en una etapa irreversiblemente terminal y la muerte sea inminente independientemente del tratamiento médico aplicado, es aceptable para el paciente o -si el paciente está con inconsciente- un tercero legalmente autorizado (por ejemplo, un cónyuge o un miembro de la familia) optar por retener o retirar la medicación o los sistemas de soporte vital. En tales circunstancias, el paciente morirá poco después de medios naturales.

Por lo tanto, aunque la Escritura prohíbe toda forma de eutanasia (porque la Escritura prohíbe el asesinato), creemos que dejar morir es una opción aceptable cuando la muerte es a la vez inminente e inevitable.

Los creyentes y sus seres queridos pudieran considerar la creación de un testamento vital que indique los deseos del individuo respecto al tratamiento médico con el fin de orientar al personal médico en caso de que sea incapaz de tomar decisiones o elegir opciones de tratamiento.

Como acotación útil, el doctor Keith Essex, profesor de The Master’s Seminary ofrece 4 pautas bíblicas con respecto a la muerte:

  • Primero, la muerte es inevitable (Eclesiastés 3:2). Por lo tanto, cada persona debe hacer los preparativos para su deceso. Son el actual ambiente legal, es imprescindible que cada creyente tenga instrucción médica adelantada. Un poder notarial es mejor que un testamento vital. El sustituto elegido debe tener la misma perspectiva cristiana que el creyente.
  • Segundo, la muerte es un enemigo (1Co.15:26). Por lo tanto, cuando la esperanza de recuperación a través de un tratamiento médico sigue siendo una posibilidad, el creyente debe aprovechar todas las oportunidades para prevenir la muerte de modo que pueda seguir sirviendo al Señor.
  • Tercero, la muerte es un proceso. Por lo tanto, cuando es razonablemente seguro que la enfermedad de un paciente es incurable y terminal coma se deben instituir medidas destinadas a controlar el dolor físico, proporcionar alimentos y agua, dar cuidados de higiene normal y asegurar la interacción personal, así como también la estimulación mental y espiritual. “Dejar morir” no se debe equiparar con la “eutanasia pasiva”.
  • Cuarto, el sufrimiento es parte de la vida terrenal y la muerte (Ro.8:18; 2 Co.4.17-18; 1 Pe.5:9-10). Por lo tanto, el cristiano soportará con paciencia cualquier dolor especialmente al final de la vida. El dolor no debe convertirse en la razón para cometer el acto no bíblico de la eutanasia.[3]

En primer lugar, es imprescindible que mostremos compasión a los moribundos. Los defensores de la eutanasia afirman que desean mostrar piedad matando a los que sufren o permitiendo que se maten a sí mismo. Pero esta supuesta expresión de piedad desafía la instrucción de Dios en cuanto a todas las misericordias (Sal.119:156). En vez de homicidio misericordioso, los cristianos tienen que exhibir una vida misericordiosa en tanto oramos, visitamos y cuidamos de los moribundos entre nosotros. En segundo lugar, para morir bien, los creyentes deben confiar en Dios. ¡La eutanasia no es una muerte buena! Más bien, el cristiano que mantiene su fe en el Señor hasta la muerte y deja esta vida con gozo es el que realmente muere bien.[4]

- Tomado de: John MacArthur, “El Derecho a Morir y el Derecho a Matar, eutanasia, suicidio y pena de muerte”, en El Pastor en la Cultura Actual, de John MacArthur (Weston, FL: Nivel Uno, 2016), 110-113.



[1] El Tiempo, “Alcances del fallo que amplía la eutanasia a pacientes no terminales” https://www.eltiempo.com/justicia/cortes/eutanasia-en-colombia-corte-amplia-derecho-a-pacientes-no-terminales-605133. Publicado el 23 de Julio de 2021

[2] Estas definiciones adaptadas de Keith H. Essex, Euthanasia, The Master’s Seminary Journal, Fall 2000, 200-4. Nuestro personal está en deuda con el trabajo útil del Dr. Essex sobre este tema.

[3] Ibíd., 211-12.

[4] Ibíd., 212.

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