Hablar de finanzas no es un asunto terrenal, materialista y pagano. Contrario a lo que muchos pudieran pensar uno de los temas de los que Jesús más habló fue del dinero. Una y otra vez mencionó el dinero ya sea para afirmar la idolatría que hay en el corazón (el joven rico) o para ilustrar algún principio espiritual (parábola de los talentos). Incluso Jesús mismo es descrito como fiador, alguien que asumió la deuda que teníamos con Dios por nosotros; hasta la misma salvación se entiende mejor si sabemos lo que es ser fiador.[1]
En la cosmovisión cristiana se
entiende que todo le pertenece a Dios, pero que nosotros somos administradores
de los recursos que Él nos ha dado (Lc.12:42). Así que el manejo que le damos
al dinero es un asunto del que algún día tendremos que dar cuentas a Dios.
Las buenas finanzas pueden ser
el reflejo de una persona que aplica la sabiduría del Señor: La mano
negligente empobrece; Mas la mano de los diligentes enriquece (Pro.10:4).
Puesto que las finanzas es un asunto
del que debemos dar cuenta y la Biblia muestra que hay que ejercer sabiduría en
el manejo del dinero, vienen a bien unos consejos sabios sobre la
administración financiera de modo que podamos honrar a Dios con los recursos
que Él nos ha dado.
La necesidad de un presupuesto
El pastor y experto en
finanzas Jim Newheiser afirma: “Sin un presupuesto, estás volando a ciegas con
referencia a tus finanzas. Los que no tienen un presupuesto suelen ser malos
administradores de los recursos que Dios les ha confiado”.[2] La
sabiduría de Dios dice en Pro.21:5 dice: Los pensamientos del diligente
ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente,
de cierto va a la pobreza. Cuando una persona no hace un presupuesto es como el
necio de este texto.
Jesús implica la necesidad de
hacer un presupuesto al decir: Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar
una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que
necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no
pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo:
Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. Luc.14:28.30;
Es necesario definir qué es un
presupuesto y dar por lo menos unos consejos amplios de cómo hacerlo o qué
tener en cuenta a la hora de hacer uno. Nuevamente Jim
Newheiser aporta una buena definición de lo que un presupuesto es: “Un
presupuesto es un plan detallado de cómo buscarás glorificar a
Dios siendo un buen administrador de los recursos que él te da”.[3]
Cómo hacer un presupuesto
Los ingresos
Lo importante de esta
definición es “detallado”. Hector Salcedo, un economista de experiencia y
actualmente pastor, comenta de su experiencia que muchas personas ni siquiera
saben cuáles son sus ingresos. Ellos conocen cuánto es su salario, pero
desconocen cuánto es el valor neto que reciben con los descuentos. Ya desde ahí
se empieza mal, es necesario saber todos y cada uno de los ingresos. El sabio
detallará uno a uno los diferentes ingresos que recibe.
Los egresos
Lo siguiente que se debe
detallar en un presupuesto son los egresos o gastos. Estos se pueden dividir en
cuatro grupos:
Los
grandes: Muchas personas pueden mencionar con
facilidad esta categoría, saben que tienen que pagar X cantidad en arriendo, X
cantidad en mercado y X cantidad en servicios. El problema es que creen que
estos son todos sus gastos, y por eso, una vez que en sus “presupuestos imaginarios”
consideran que los tienen cubiertos, empiezan a gastar lo que “imaginariamente
les sobra” y a generar déficit.
Los
minúsculos: Los expertos en economía y finanzas
le suelen llamar “gastos hormiga”. Porque son tan pequeños que no los notas,
pero poco a poco se van llevando tu dinero. Si una persona se ganara un millón
de pesos mensuales y diariamente se comprara un café que cuesta $1.000 eso
sería $30.000 al mes; más alguna galleta o ponqué de $1.000 serían 30.000 adicionales;
y si ocasionalmente comprara un paquete de papas fritas de $2.500 serían 37.500
(15 días) suponiendo que comprara uno cada día por medio. Todo esto le sumaría
97.500 al mes, ¡casi el 10% del salario en pequeñeces! Alguien pudiera considerar
absurdo planear en el presupuesto los $1.000 de un café, pero viéndolo en
perspectiva mensual ($30.000) ya el valor en digno de considerar.
Cuando falta mucho para el fin
de mes, algunos exclaman ¡pero en qué se me fue el dinero! seguramente que se
fue en muchas pequeñas cosas. Una persona sabia considerará detalladamente los
gastos hormiga.
Ocasionales:
Alguien puede pasar la prueba de los dos anteriores,
pero en este suelen fallar mucho. Una persona debe considerar en su presupuesto
mensual los gastos que se generan cada 2, 6, o 12 meses. Esto hará que cuando
el gasto se tenga que efectuar, no se desequilibren las finanzas. El mejor
ejemplo en este asunto es un vehículo, la persona que tiene un vehículo sabe
que anualmente tiene a lo menos tres gastos fijos: Seguro del carro, revisión
Tecno-mecánica y seguro contra accidentes. Esto tres suman una cifra
considerable.
Si la persona espera hasta que
la fecha de pago llegue para sacar el dinero, seguro que va a tener que hacer
maniobras para poder pagar. Lo ideal es que mes a mes se vaya apartando el
proporcional, para cuando llegue el momento “no se sienta el golpe”. Cuando una
persona se afecta económicamente por pagar el seguro del carro, demuestra falta
de sabiduría, si se tiene un carro, se sabe que esto va a venir, no debería
tomar de sorpresa.
Accidentales:
Si en el
anterior muchos fallan, en este más. En el presupuesto se debe considerar un
rubro para cubrir gastos accidentales. Es un ahorro que permite dar solución a
gastos que resultan imposibles de prever. Ejemplo, el daño de algún
electrodoméstico, un accidente que requirió gastos médicos inesperados, el
despido de la empresa, incluso un robo.
Dios nos anima a tomar ejemplo
de la hormiga que en los momentos de abundancia provisiona para los tiempos de escasez
(Pro.6:6-8; 30:25); por otro lado, el Pro.20:21 dice: “Tesoro precioso y aceite
hay en la casa del sabio, pero el necio todo lo disipa”. Muchas personas
sufren terribles crisis financieras por disipar todo su dinero y no estar
preparados para situaciones accidentales. Por supuesto, que hay cuestiones en
la providencia de Dios que ni por más preparado que alguien esté podrá
afrontar, o que el sueldo no alcanza para ahorrar mucho, pero el principio de
sabiduría es hacer un rubro para emergencias.
Quiera Dios que atendiendo a
estos consejos sabios más cristianos sean movidos a ser buenos administradores
de los recursos de Dios haciendo un presupuesto y sujetándose a él.
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