Si el huerto de Edén era más que un jardín, ¿entonces qué era? En este escrito explicaré que el Huerto de Edén era un Templo en el cual Dios moraba con el hombre y en que Adán y Eva adoraban a Dios en su presencia. Un templo que por supuesto tipifica todo lo que los futuros templos desarrollarían.

I. Demostración de que el huerto de Edén era un templo

1. Que el Huerto de Edén era un templo se puede apreciar en primer lugar, al entender que este era un lugar especial diferente del resto de la creación. El capítulo uno de Génesis relata la creación de todas las cosas de una manera general, pero a partir del capítulo 2 se empiezan a dar detalles de esa creación. En dichos detalles se dice que en un lugar específico: al oriente, Dios plantó un huerto.

Además, dice que después de haber formado al hombre, Dios lo puso en el huerto que había plantado (2:8), lo cual infiere que al inicio de su creación no estaba en este lugar. Sumado a este hecho, cuando Adán y Eva pecan son expulsado de dicho lugar y se les prohíbe el regreso (3:23-24).

2. En segundo lugar, Dios moraba en Edén. El relato bíblico es claro al decir que Dios se paseaba por el huerto (3:8). Al explicar el significado de la palabra voz, Edward Young concluye que “voz” pudiera referirse al ruido que hacía el Señor mientras caminaba y se acercaba a Adán y Eva.[1] Si se entiende que el templo de Salomón y el Tabernáculo son llamados casa de Dios porque su presencia moraba allí, lo mismo se puede decir del huerto. Más aclaratorio aun, el texto dice que Adán y Eva “se escondieron de la presencia de Jehová Dios” (3:8), Livingston bien dice: “La expresión la presencia es característicamente vívida en hebreo. No se trata de una influencia vaga, indefinible, sino de una confrontación directa, evidente y personal”.[2] Dios moraba en Edén, y era el lugar en donde Adán y Eva disfrutaban de comunión con Dios; al pecar fueron privados del santuario en donde disfrutaban dicha cercanía con Dios

3. En tercer lugar, La labor de Adán era la misma que la de los sacerdotes del templo. Cuando Dios pone a Adán en el huerto le da la orden de que lo labrara [abad] y lo guardase [shamar] (Gn.2:15). Estas mismas palabras son usadas en otros textos para describir la labor de los sacerdotes en el templo: “Ellos guardarán (shamar) todos los enseres de la tienda de reunión, y vigilarán (shamar) al pueblo de Israel mientras ministran (abad) en el tabernáculo” (Números 3:8; cf. Números 8:26; 18:7). Se puede ver entonces que Adán fue un sacerdote en el templo de Edén. Bien concluye de todo esto Mark Taylor:

Génesis 2 describe el Edén como un jardín-templo, donde Dios caminó con Su pueblo. El papel de Adán era tanto sacerdotal (mantener y cuidar el jardín-templo) como real (gobernar y someter la tierra). Dios tenía la intención de que el templo edénico se expandiera y llenara la tierra.[3]

II. Características de este primer templo

En este punto vale la pena destacar algunas características que no se ven tan claramente en el texto, pero que hacen de Edén un templo semejante a los futuros templos que existirían, es decir, aquí se puede ver las primeras semillas de lo que los futuros templos irán desarrollando.

1. Estaba en un monte. En la narrativa bíblica es muy destacado que Dios una y otra vez se sirvió de montes para relacionarse con su pueblo. Basta con mencionar el monte del Sinaí en donde se dio la ley y el monte de Sion en donde estaba Jerusalén y así mismo el templo de Salomón. La evidencia de que Edén estaba en un monte es que en Gn,2:10 se dice que de Edén salía un único río que se repartía en 4 brazos, por lo tanto, Edén tenía que estar arriba, en donde estaba el nacimiento del río.

2. Se entraba por oriente. Cuando Dios expulsó a Adán y Eva, dice Gn.3:24 que Él puso al oriente los querubines y la espada que guardaban el camino. Si Adán y Eva querían entrar lo debían hacer por el oriente del jardín-templo. Esto tiene una estrecha conexión con la entrada a la tierra prometida que fue por oriente hacia Jericó, pero por sobre todo con la puerta del Tabernáculo y el Templo que estaba al oriente (Éx.27:13-16)

3. Estaba ubicado en la Medialuna Fértil. En Gn.2:10-14 se da la ubicación del huerto de Edén enmarcada por 4 ríos. Se debe aceptar que, debido a la dificultad para identificar los dos primeros ríos y el cambio provocado en la geografía terrestre después del diluvio hacen prácticamente imposible la identificación del emplazamiento de Edén.[4] No obstante, a la luz de la fácil identificación del Éufrates y del Tigris, y debido a que la tierra que se le prometió a Israel iba desde el gran Río de Egipto (el Nilo) hasta el Éufrates (Gn.15;18), no parece descabellado afirmar que en esta misma parte, en la que la historia bíblica también se desarrollaría, estuvo el primer templo.

4. El cielo en la tierra. El Huerto de Edén no era un simple jardín bonito, es útil leer el comentario Beacon que dice: “La palabra huerto es una traducción de la hebrea gan, que se refiere a un lugar circunscrito. La Septuaginta la interpreta como “paraíso” paradeison, término persa que significa parque”.[5] Es bien acertado la interpretación de la Septuaginta: Edén era un paraíso ya que la palabra significa también “delicia”. Era ese lugar especial donde se disfrutaba abundantemente de las bendiciones de Dios, era sencillamente un pedacito de cielo en la tierra. Recrear Edén hoy día es imposible, no porque no existan otros jardines preciosos llenos de vegetación, sino porque ninguno es el paraíso en la tierra.

Conclusión

La próxima vez que nos acerquemos a la lectura de Génesis hemos de entender que en el propósito inicial de Dios no estaba que el hombre morara en un bonito jardín y comiera frutas, sino que estuviera en su Templo, teniendo comunión con Él y adorándolo. Para esto fuimos creados, vamos hoy al Templo de Dios, a su iglesia, la cual recrea el Huerto de Edén al ser el lugar en donde tenemos comunión y disfrute con nuestro Dios.



[1] Edward D. Young, Génesis 3, un estudio devocional y expositivo, trad. de Ana Julia Cristóbal (Edimburgo, Reino Unido: El Estandarte de la Verdad, 2010), 63.

[2] George Herbert Livingston “El libro de Génesis” en Comentario Bíblico Beacon, Tomo 1 ed. H. T. Reza (Lenexa, KA: Casa Nazarena de Publicaciones, 1969), 34.

[3] Mark H. Taylor, «Nueva Jerusalén», en Diccionario Bíblico Lexham, ed. John D. Barry y Lazarus Wentz (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014), s.p.

[4] Leupold, H. C.: Exposition of Genesis, Baker Book House, Grand Rapids, 1942/1981, vol. I, p. 124. Citado por Samuel Vila Ventura, Nuevo diccionario bíblico ilustrado (Terrassa, Barcelona: Clie, 1985), 277–278.

[5] Livingston “El libro de Génesis”, 31.